1/2/13

2012




Año nuevo. Son tiempos de efemérides, tiempos de balances. Echando la vista atrás a este año que acabamos de dejar, lamentamos sobre todo pérdidas. De pagas extras, de derechos civiles —aquí y en el norte de Mali— y de grandes, grandes mujeres. Así, nada más empezar el año, se fue Eve Arnold, mítica fotógrafa de la Magnum y autora de algunos de los retratos de la Monroe y de la Dietrich que todas tenemos pegados a la retina. Se apagó la sonrisa tierna y melancólica de Wislawa Szymborska, inconmensurable poeta y premio Nobel polaca. Nos dejaron Elena Catena, profesora de literatura y editora de la colección Biblioteca de Escritoras de Castalia; Isabel Núñez, a quien dedicamos un pequeño homenaje en otro lugar; Felicía Fuster, poeta y pintora catalana y Esther Tusquets, emblema de cierta época editorial de esplendor y escritora de estilo inconfundible. Dejaron de recordar Teresa Pàmies, cronista del exilio y Lise London, militante comunista y miembra de las Brigadas Internacionales y de la resistencia francesa. La reportera Marie Colvin fue asesinada en uno más de los sangrientos conflictos de los que había ido dando cuenta y de los que nadie quiere saber, y Sally Ride, física y astronauta norteamericana, emprendió su viaje más largo. Se extinguieron el peculiar humor de la guionista, escritora y directora de cine Nora Ephron, y el estupendo quehacer literario de la argentina Alicia Steimberg que tiene en su haber una de las contadas obras eróticas que me gustan. Luego, abrió una herida incurable en nuestras almas la muerte de Adrienne Rich, nuestra poeta, pensadora y referente moral más querida. Se fue Françoise Collin, a quien debemos un sinfín de reflexiones sobre arte, política y feminismo. A la no por esperada menos dolorosa muerte de la Chamana, Chavela Vargas, se sumaron las de Whitney Houston, Donna Summer, Etta James y la pionera country Kitty Wells. Finalmente, recordamos a Domitila Barrios de Chungara, la líder obrera que, hace muchos años, puso para mí “Bolivia en el mapa” (como si no hubiera estado siempre allí). Y el año terminó con la noticia de que tampoco Rita Levi Montalcini, ilustre neurobióloga y premio Nobel de medicina, era inmortal.

Sigan leyendo:
Lecturas no obligatorias, de Wislawa Szymborska.
Instante, de Wislawa Szymborska.
Mis postales de Barcelona, de Isabel Núñez.
Obra poètica, de Felicia Fuster.
Trilogía del mar, de Esther Tusquets.
Confesiones de una editora poco mentirosa, E. Tusquets.
Memòries de guerra i d’exili, de Teresa Pàmies.
Roja primavera y Memoria de la Resistencia, de Lise London.
El cuello no engaña, de Nora Ephron.
Amatista, de Alicia Steimberg.
Vidas y vueltas, de Alicia Steimberg.
Sobre mentiras, secretos y silencios, de Adrienne Rich.
Antología poética (1951-1981), de Adrienne Rich.
Praxis de la diferencia: liberación y libertad, F. Collin.
Dos vidas necesito (Las verdades de Chavela), M. Cortina.
Si me permiten hablar, de Domitila B. de Chungara. Agot.
Elogio de la imperfección, de Rita Levi-Montalcini.
Un error, de Carmen Botello y Susi Artal.