7/1/12

Libreras

[La librería] conllevaba un gran trabajo, un montón de cargas, muchas de ellas de tipo material. Ordenar, empaquetar, echar cuentas. El polvo y el papeleo nos acechan de continuo.

El oficio no es lo suficientemente lucrativo para permitirse tener mucha ayuda, y no hay mejor asistente que uno mismo.

El gran drama de una librera es la falta de espacio.

En el oficio de librera las cargas las compensan las visitas hermosas: las de los autores, y los aficionados versados. En esos momentos, la vida brilla en todo su esplendor, la conversación se tornasola y más de una vez nos deja ebrios y jadeantes.

¿Hay que tratar del mismo modo lo que nos gusta y lo que no nos gusta, lo que nos parece bueno y lo que nos parece malo? Podemos equivocarnos, es obvio, pero lo mejor es seguir nuestros sentimientos..
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Adrienne Monnier: Rue de l'Odéon

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