[La librería] conllevaba un gran trabajo, un montón de cargas, muchas de ellas de tipo material. Ordenar, empaquetar, echar cuentas. El polvo y el papeleo nos acechan de continuo.
El oficio no es lo suficientemente lucrativo para permitirse tener mucha ayuda, y no hay mejor asistente que uno mismo.
El gran drama de una librera es la falta de espacio.
En el oficio de librera las cargas las compensan las visitas hermosas: las de los autores, y los aficionados versados. En esos momentos, la vida brilla en todo su esplendor, la conversación se tornasola y más de una vez nos deja ebrios y jadeantes.
¿Hay que tratar del mismo modo lo que nos gusta y lo que no nos gusta, lo que nos parece bueno y lo que nos parece malo? Podemos equivocarnos, es obvio, pero lo mejor es seguir nuestros sentimientos...Adrienne Monnier: Rue de l'Odéon
7/1/12
Libreras
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario